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La historia de una pasión


Como a muchos seres humanos la velocidad nos apasiona y nos causa algo más que adrenalina, hablemos hoy de velocidad, tensión y por supuesto mucha ¡acción!

Desde que era pequeño fui amante de las carreras de autos y hoy quiero contarles la experiencia que sentí cuando por primera vez conduje un Kart. Un mini auto en donde los sueños de cualquier piloto de carreras comienzan y aunque es una monoplaza* pequeño, es bastante poderoso pues puede lograr los 110Km/h con facilidad**. Desde que tengo memoria veía las carreras de F1, en especial porque por esa entonces Juan Pablo Montoya corría allí y aunque luego el salió de la máxima categoría del automovilismo mundial, mi pasión por la F1 sigue intacta.

Cuando llegué a aquella pista de Karts escuchar el motor de esos monoplazas y ver como corrían fue único, lo más parecido que había visto hasta ese momento era un carro de Fórmula 1 (y eso que era a través de la tv) y cabe decir que eran bastante similares; los cascos brillantes de los pilotos eran como ver estrellas en una noche oscura mientras que los monoplazas pilotados por un niño, un joven o tal vez un adulto iban dando vueltas y quemando el caucho de los neumáticos que quedaba esparcido por la pista de asfalto, mientras me extasiaba de ver esto ocurrió un pequeño incidente, nada del otro mundo, pero que de cierta forma hace recordar cuan peligrosos son los autos a alta velocidad; una piloto no alcanzo a frenar a tiempo por lo que el auto toco el césped que de inmediato le hizo perder tracción y lo sacó de la pista haciendo un par de trompos, los comisarios de la pista la ayudaron a salir y aunque la chica estaba asustada continuó.


Luego de una fila que me parecía eterna y más cuando uno es un niño lo logré, seguido de las instrucciones de seguridad ya estaba en los pits de la pista y yendo al auto para subirme. Los motores de los Karts estaban encendidos, sentía nerviosismo, pero muchas ganas de correr; sentí como el pequeño motor del auto hacía vibrar todo el auto y me llenaba de adrenalina la sangre, mi corazón bombeaba más fuerte y rápido mientras esperaba que nos dieran la salida a quienes estábamos allí, una vez mi pie presionó el acelerador comenzó la verdadera aventura para mí, recorrí bastante lento la primera vuelta pues es la de reconocimiento para que uno se vaya adaptando al trazado, una vez concluyó a los autos remotamente les dejaron tomar más velocidad y como la línea de meta estaba sobre el comienzo de la recta de la pista para mí fue el mejor momento de mi vida sobre un auto hasta ese momento, aceleré a todo lo que le permitían al auto y una vez sentía la velocidad en mi sangre no podía hacer más que dar un grito de victoria, por primera vez me sentí libre, extasiado, lleno de adrenalina y no era un sueño.


Luego de que pasó el tiempo por el que mi mamá había pagado tuve que hacer la última vuelta, había hecho como 5 o 6 pero la última fue la mejor, ya conocía mejor la pista así que imprimí mucha fuerza al acelerador e hice la vuelta a fondo, claro que llegando a la meta me redujeron la velocidad lo cual me dejo algo frustrado, ahora esto me causa risa. Una vez me quitaba el casco y el HANS*** fue cuando suspiré, estaba enamorado de la velocidad, fue increíble aquel momento.


Ahora voy cada vez que puedo a una pista de Karts, a sentirme vivo y a darme esa libertad que la velocidad me da y vivir mí pasión desde lo más cercano a tocar el cielo desde el asfalto.




Y a ti ¿qué te apasiona?


 

*Automóvil de un solo puesto

**Los karts para recreación como de los que se hablan acá están siempre limitados a un máximo de velocidad de entre 50Km/h a 60Km/h por razones de seguridad.

***HANS: Head And Neck Support Device o en español Soporte de Cabeza y Cuello, utilizado para evitar lesiones en la cabeza y el cuello; evitando hasta una cuadriplejia en accidentes considerables.


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